¿Llevas tiempo viviendo situaciones complicadas en tu familia y no sabes qué hacer? ¿Eres víctima de comportamientos tóxicos dentro de ella?
¿Sientes que tu familia política te hace daño y te pone la zancadilla a cada paso que das?
Por desgracia, no elegimos la familia en la que crecemos y hay circunstancias que pueden desembocar en consecuencias negativas.
En el artículo de hoy te explico cómo detectar este tipo de comportamientos y qué puedes hacer para controlar la situación.
¿Qué es una familia tóxica?
Son familias caracterizadas por patrones de comportamiento y dinámicas disfuncionales que impactan negativamente en la salud mental y en ocasiones, física, de las personas que la conforman.
Algunos ejemplos de comportamientos tóxicos o dinámicas desadaptativas en el ámbito familiar son:
- Abuso: tanto físico, verbal, psicológico, sexual o incluso financiero.
- Control: cuando se trata de ejercer un control sobre un miembro de la familia, limitando su capacidad de decidir, de libertad e incluso de opinar.
- Críticas: alguien se siente criticado/a o humillado/a constantemente, dañando así su autoestima y su valía personal.
- Negligencia: un miembro o más de la familia puede ser víctima de la negligencia, descuido o atención, repercutiendo negativamente en su salud física y emocional.
- Exclusión: cuando alguien se siente excluido, marginado o apartado por los motivos que sean, ocasionándoles sentimientos y emociones de soledad, desamparo, aislamiento o de abandono.
El inconveniente es que estos patrones pueden ser difíciles de identificar, ya que desde la infancia se han ido normalizando y aceptando.
Por lo que salir de este entorno no siempre es tarea fácil.
¿Cómo identificar una familia tóxica?
Las conductas (y características) más comunes de una familia tóxica son:
- Comunicación disfuncional y agresiva: puede ser una comunicación poco clara o confusa, donde predomina la hostilidad verbal o incluso la manipulación (chantajes, extorsión, manipulación más sutil, etc.).
- Inversión de roles entre padres e hijos: que los hijos hagan los roles de padres. Es decir, que en situaciones complicadas los niños estén ejerciendo responsabilidades de adultos.
Por ejemplo: niños de 6 años que cocinan a sus padres, planchan la ropa, ponen lavadoras… o incluso se responsabilizan de sus progenitores porque ellos no están presentes o lo están en condiciones negligentes.
- Roles familiares disfuncionales: puede que los miembros estén desempeñando roles más específicos, como por ejemplo el rol de víctima, el de agresor o el de salvador.
- Falta de aceptación y apoyo: es posible que los miembros de una familia tóxica puedan sentirse rechazados o no aceptados por los otros miembros o que no reciban el apoyo emocional necesario en momentos concretos.
- Escasez de límites: es probable que no haya límites claros o rígidos o incluso que se den comportamientos que superen las líneas prohibidas.
10 Consejos para sobrevivir a una familia tóxica
Poner límites a tu familia
No elegimos la familia en la que crecemos, pero sí podemos limitar aquellas conductas o comportamientos que nos sean perjudiciales a nivel físico y mental.
Establece límites siempre desde la asertividad, y si, por consiguiente, no se respetan, deberás plantearte tomar límites de distanciamiento.
Priorizar tu bienestar
Ante todo, lo primero eres tú; tu salud mental, tu estabilidad, tu integridad física, tu persona.
Aunque en muchas ocasiones nos cueste tenerlo en cuenta, debería ser tu lema cada día.
Ten en cuenta que para priorizarte como persona tienes que tomar decisiones importantes que te brinden consecuencias positivas, aunque a corto plazo no lo parezcan.
Busca apoyo de amigos o familiares cercanos
Puede que encuentres apoyo en familiares cercanos que entiendan y comprendan la complejidad de tu situación. Refúgiate en ellos.
Si no puedes contar con dicho núcleo, trata de buscar esa comprensión y atención en tu círculo social más cercano.
Apóyate en aquellas personas que te respetan, te cuidan y te comprenden.
Limita el contacto
Si el haber puesto límites a tu familia no ha dado su fruto y dichas dinámicas familiares te son dolorosas, limita el contacto.
Valora en qué situaciones puedes prescindir de tener contacto y toma distancia.
Evita las confrontaciones
Lo más habitual es que no tengan un concepto de autocrítica y responsabilidad afectiva muy marcada, por no decir deficiente.
Por lo tanto, no participes en sus provocaciones, trata de evitarlas, que las interacciones sean breves, muestra indiferencia ante su victimismo y demandas exageradas, etc.
Practicar el desapego
Puede que te parezca un poco extraño, pero se trata de trabajar en el proceso inverso a la vinculación, liberándonos de aquello que nos hace daño.
Para ello deja de esperar la validación o el apoyo de la familia, búscalo en núcleos y círculos más sanos, no des valor ni significado a lo que digan, trata de labrar y mejorar tu autoestima lejos de ese entorno y reformula aquellos mensajes que has ido interiorizando desde la infancia por otros más adaptativos y menos dañinos.
Dedicarte tiempo
Un aspecto muy fundamental es que comiences a dedicarte tiempo a ti tanto física como emocionalmente.
Prioriza tus deseos, tus intereses y trata de buscar ese alivio en ti y en actividades y conductas que te generen bienestar.
Aceptar la realidad
Es uno de los pasos más difíciles, ya que aceptar que no van a cambiar o que no depende de ti ese cambio, es aceptar una realidad que duele.
El verlo desde la aceptación nos ayuda a tomar más distancia emocional sobre sus comentarios y conductas hacia nosotros mismos.
Si hay un encuentro, trata de planificarlo
Puede que el hecho de tomar distancia o desvincularse por completo de la familia sea doloroso y difícil, ya que suelen haber vínculos de dependencia emocional o manipulación.
Por lo tanto, si está previsto un encuentro próximo, planifícalo para evitar el mayor malestar posible.
Para ello, es necesario saber la duración del encuentro, dejar claro el tiempo que vas a estar allí y sobre todo, qué dinámicas NO vas a tolerar bajo ninguna circunstancia.
Y, sobre todo, tener claro que si no se respeta ninguna premisa de las que has valorado, es totalmente lícito que decidas suspender el encuentro o la visita.
Considera la posibilidad de buscar terapia individual
Debilitan su autoestima, su valía personal, la identidad de la persona y que incluso se interioricen creencias, dinámicas y esquemas nucleares, nocivos y destructivos.
Son situaciones que a la larga conllevan un trauma para la persona, y la ayuda de un profesional de la psicología siempre es buena opción para lidiar con una familia tóxica.
Consecuencias de una familia tóxica
Crecer en un entorno familiar con dinámicas tóxicas acarrea consecuencias tanto en el desarrollo emocional cómo psicológico de la persona.
Entre ellas, las más habituales son:
- Problemas de autoestima y seguridad en uno/a mismo/a: desarrollarse en dicho entorno tienen efectos directos y nocivos en la autoestima de la persona, la seguridad en sí mismo/a y la valía personal.
También en todos los aspectos relacionados en el crecimiento personal y emocional, ya que no se suele recibir ni apoyo, ni aceptación, ni seguridad.
- Problemas de salud mental: la probabilidad de desarrollar este tipo de problemas es elevada, siendo la ansiedad, la depresión, el trastorno por estrés postraumático (dependiendo de las vivencias) y posibles trastornos de personalidad las dificultades más comunes.
- Problemas de conducta: en ocasiones, la escasa gestión emocional y las constantes situaciones complejas y traumáticas a las que se expone la persona, llevan al individuo a gestionar el dolor, la rabia o el miedo con conductas autodestructivas o incluso problemas graves de adicción tanto a sustancias como a las nuevas tecnologías.
- Problemas de relaciones interpersonales: al haber crecido en entornos disfuncionales no se han generado aprendizajes sanos en torno a establecer relaciones interpersonales de calidad por lo que es probable que las futuras interacciones no sean del todo saludables y puedan tener rasgos tóxicos en el futuro.
- Problemas de salud física: la poca o escasa gestión emocional o el constante estado de alerta pueden generar dolores crónicos, enfermedades cardíacas, etc.
Es decir, el cuerpo somatiza aquello que no puede gestionar.
Conclusiones
Crecer en un entorno tóxico y disfuncional es muy nocivo para la persona.
Por ello, es importante buscar apoyo emocional y trabajar en sanar para romper con estos ciclos y cultivar un entorno más saludable y positivo para uno mismo.
En ocasiones, aquellas conductas tóxicas pueden pasar desapercibidas, automatizarse y normalizarse.
Por ello, ser consciente de ellas y tomar decisiones, nunca ha sido tarea fácil.