La depresión es un trastorno mental que se caracteriza por una tristeza persistente y por la pérdida de interés en las actividades con las que normalmente se disfruta, así como por la incapacidad para llevar a cabo las tareas cotidianas.
También recibe el nombre de ‘Trastorno de depresión mayor’ y puede causar síntomas que interfieran a la vida de la persona. Los niños y adolescentes, tienen una mayor probabilidad de estar irritables.
¿Cómo saber si tengo depresión?
Los síntomas de depresión incluyen:
- Estado de ánimo triste con sensación de vacío y desesperanza.
- Disminución del interés o el placer por todas o casi todas las actividades que se disfrutaban anteriormente.
- Pérdida o aumento importante de peso por cambios en la alimentación.
- Insomnio o hipersomnia (dormir demasiado).
- Sensación de actuar y pensar de forma más aletargada.
- Sensación de fatiga y falta de energía, como si todo supusiera mayor esfuerzo.
- Sentimiento de inutilidad y culpabilidad excesiva e inapropiada.
- Disminución de la capacidad para pensar, concentrarse, recordar cosas o tomar decisiones.
- Pensamientos de muerte recurrentes, ideación suicida y/o intentos de suicidio.
Estos síntomas suelen causar un malestar general lo suficientemente significativo como para afectar en el trabajo, las relaciones interpersonales y/o las actividades cotidianas del día a día.
¿Cuáles son las causas de la depresión?
La depresión es el resultado de interacciones complejas entre factores sociales, psicológicos y biológicos. Quienes han pasado por circunstancias vitales adversas (desempleo, luto, eventos traumáticos) tienen más probabilidades de sufrir depresión, siendo más frecuente en personas con familiares con este trastorno.
Existen factores que pueden ayudar a que la depresión aparezca:
- La baja autoestima, la tendencia al pesimismo, la dependencia emocional y la autocrítica excesiva.
- Tener antecedentes personales y/o familiares de depresión u otros trastornos mentales.
- Abuso de drogas o alcohol.
- Contar con poco o nulo apoyo social.
- Sufrir algún trastorno de ansiedad durante mucho tiempo y no tratarlo.
- Convivir con conflictos familiares y/o en la relación de pareja.
- Haber vivido o presenciado acontecimientos traumáticos (como abusos sexuales, maltrato, violencia, etc.).
- Padecer enfermedades crónicas que causan dolor y/o discapacidad.
- Consumir ciertos medicamentos, como los que se indican para los problemas cardíacos, respiratorios o insomnio.
- Tener problemas económicos.
¿Cómo evitar la depresión?
No existe una pauta que asegure al cien por cien el evitar la depresión, pero ciertas consideraciones pueden ayudar a controlar o evitar la sintomatología:
Evitar el estrés
Dormir y descansar suficiente, aprender a decir “no” a las exigencias adicionales, hacer descansos en el trabajo, hacer algo de ejercicio y practicar meditación.
La principal hormona del estrés es el cortisol. Esta hormona regula cómo se enfrenta nuestro organismo a las situaciones de estrés y activa la generación de adrenalina. La carencia de esta hormona puede llevar al cansancio y el estado de ánimo decaído, pero, si por el contrario, tenemos niveles altos de cortisol, esto derivará en ansiedad y nerviosismo. La liberación prolongada de cortisol puede generar una afectación del sistema inmune generando problemas de salud y, según los estudios, el mantenimiento de unos elevados niveles de cortisol se relaciona con la depresión.
Hacer ejercicio
Practicar deporte con regularidad es, sin lugar a dudas, un potente aliado para la salud, tanto física como mental. Estimula la liberación de las endorfinas. Las endorfinas son hormonas que, al ser generadas por nuestro organismo, nos hacen sentir relajación, placer y bienestar, además de tener una acción analgésica. También contribuyen a regular los ritmos circadianos, lo cual es positivo en casos de depresión porque hacer ejercicio físico va a favorecer la normalización de los ritmos cronobiológicos que están alterados en esta.
Dieta
Una dieta antiinflamatoria (rica en legumbres, pescado azul, verduras, frutas, frutos secos) y evitar los productos inflamatorios (grasas saturadas, bebidas azucaradas y harinas refinadas) ayuda a la serotonina, un neurotransmisor que afecta al sueño, al humor, a la sexualidad, al control de la ira y al estado de ánimo.
Un déficit de esta hormona se asocia a procesos depresivos, ya que la serotonina no se produce en su mayoría en el cerebro, sino que el 90% lo hace en el intestino. Es así como los cambios bruscos de la flora bacteriana están relacionados con alteraciones del estado de ánimo. De hecho, se ha demostrado que una alimentación rica en productos inflamatorios aumenta el riesgo en un 41% de padecer depresión.
Sueño
Es fundamental mantener una higiene de sueño adecuada, ya que la falta de sueño puede empeorar los síntomas de depresión. Para poder llevarlo a cabo, es importante procurar hacer cenas ligeras y al menos dos horas antes de acostarse, evitando la cafeína, el alcohol, el tabaco, estar expuesto a las pantallas por la noche y tampoco hacer ejercicio a última hora del día.
La hormona que nos ayuda a regular el sueño es la melatonina, cuando hay una falta de esta hormona es cuando llega el insomnio y todo lo que esto puede acarrear para nuestro estado de ánimo: cansancio, irritación, angustia, etc.
Alcohol y drogas
El alcohol y las drogas pueden empeorar los síntomas o aumentar los riesgos de depresión.
Los estudios epidemiológicos muestran una alta prevalencia y concurrencia entre la depresión y el consumo de sustancias, lo cual es denominado “Patología dual”.
Familia y amigos
Especialmente en momentos de crisis, tener cerca a personas que nos hacen sentir bien puede ayudarnos a encontrarnos mejor e incluso llegar a ser una pieza clave en nuestra recuperación.
Tratamiento de la depresión
El tratamiento de la depresión dependerá de las características específicas de la persona y de cómo se haya desarrollado su depresión. No siempre requiere medicación.
La psicoterapia ofrece la oportunidad de identificar los factores que contribuyen a la depresión y a afrontar eficazmente las causas psicológicas, conductuales, interpersonales y situacionales de esta. Con la terapia se pueden aprender técnicas para mejorar la sintomatología de depresión.
Como tratamiento farmacológico, dependiendo de las características de la depresión, se pueden utilizar los antidepresivos, los ansiolíticos y otros fármacos coadyugantes, como las hormonas tiroideas, el carbonato de litio o psicoestimulantes.
También se utiliza el tratamiento electroconvulsivo, pero solo se realiza en casos de depresión mayor grave y resistente. Es una técnica generalmente segura y efectiva y se realiza bajo control anestésico y miorrelajación.