¿Estás constantemente diciéndole a tu pareja lo que tiene que hacer y lo que no? ¿Le recuerdas sus citas médicas o sus compromisos? ¿Sientes que estás actuando como una madre?
Si las respuestas han sido afirmativas, puede que hayas adoptado el rol de madre con tu pareja.
En el artículo de hoy te enseñamos a detectar estos patrones y a establecer límites para que no sientas que eres la mamá de tu pareja.
Qué significa “ser la mamá de tu pareja”
Hace referencia a cuando actúas sobreprotegiendo a tu pareja.
Es decir, cuando decides hacerle todo, recordarle sus compromisos importantes, sus citas, prepararle la ropa e, incluso, responsabilizarte de todo lo suyo.
Inconscientemente, se desarrolla una necesidad de ser necesitada, lo cual genera cierta relación de codependencia.
La otra persona se acomoda a esta atención y dedicación, por lo que la mujer trata a su pareja como trataría a un hijo.
Es un rol de conducta en el cual no facilitamos que la otra persona crezca y madure.
Y, en consecuencia, la otra persona también va a depender de ti para todo, ya que ha decidido dejar en tus manos sus propias decisiones.
Posibles causas de este comportamiento
Hay infinidad de razones por las que adoptamos el rol de madre con nuestra pareja, pero aun así vamos a mencionar las más comunes.
Entre ellas podemos ver que hemos replicado la relación de nuestros padres.
Puede que desde pequeña hayas visto como tu madre ejercía el rol de cuidadora y que, a pesar de sus propias necesidades, anteponía las del marido o las de los hijos a las suyas.
Esto se debe a que nuestros primeros modelos de pareja ejercen una influencia importante en la forma en la que nos relacionaremos de adultos en una relación.
Y aunque creamos que son generaciones distintas y queramos cambiarlo, hay patrones tan aprendidos, que es costoso modificarlos.
Puede deberse también a la inseguridad o baja autoestima.
Inconscientemente, crean en su pareja esa dependencia por el miedo atroz que sienten a ser abandonadas.
Y las conductas que desarrollan es hacer sentir a la otra persona que no “pueden vivir sin ella” cuidándola en exceso para que la quieran, pero, sobre todo, que la quieran por sus actos de altruismo y cuidado.
Otro motivo de peso para desarrollar el rol de madre puede deberse a la herida de apego o trauma de apego.
Es decir, una herida emocional de la infancia que no se ha trabajado y cerrado y qué, por ello, se ve reflejada en las relaciones de pareja.
Puede verbalizarse con frases del estilo “no valgo”, “no merezco”, “no puedo”, “solo sirvo para cuidar”, “no sé hacer nada”, etc.
Y la raíz de este trauma viene por las vivencias de la infancia en referencia a la desvalorización, negligencia y/o humillación por parte de los progenitores.
Consecuencias negativas de este comportamiento
Tanto si ejerces de rol de madre como si estás en la parte protegida o sobreprotegida, debes saber que:
Como consecuencias encontramos la pérdida de identidad de cada uno, ya que nos olvidamos de ser independientes o de trabajar la autonomía y la responsabilidad.
Anhelamos más el ser aceptado que el ser independientes.
Estas conductas generan codependencia.
Ejerciendo el rol de madre dejas de ser tú y pasas a tener como prioridad la otra persona, olvidándote de tu persona, tus problemas y tus necesidades.
Esto conlleva a un gran sentimiento de vacío e inseguridad.
Y, por otro lado, no dejamos que la otra persona se responsabilice, tome sus propias decisiones, se equivoque o tome parte activa en su vida.
Y a su vez, generamos inseguridad a la persona.
Finalmente, mencionar una de las consecuencias más estrepitosas:
Poco a poco se abandona el rol de pareja, con lo que conlleva a abandonar el deseo, la comunicación y la confianza.
Comienzan a cambiar los roles y comenzamos a perder esa admiración, esa atracción y esa motivación por la relación.
8 pasos para establecer límites
- Diferenciar entre cuidar y responsabilizar
Hay que tener en cuenta cuando es cuidar a alguien (estar enfermo, con una lesión, con ansiedad o estrés) y cuando responsabilizarse (hacerse cargo de tareas, compromisos o quehaceres de la otra persona).
- Evitar recordarle obligaciones
Trata de no ser su secretaria, que sea la otra persona la que los recuerde.
Le puedes enseñar a usar la agenda o el calendario del teléfono, pero debes dejar de responsabilizarte por ello.
Y si se olvida, ya aprenderá a no hacerlo. Es una persona adulta a la que tratas como un niño.
- Establecer límites claros
Debes aprender a poder expresar tu opinión, a sugerir, a decir que no sin sentirte culpable, trata de comunicarle asertivamente los cambios que estás haciendo y marca límites claros sobre tus deseos y necesidades.
- No sobreproteger
Sé que es difícil, pero debes tratar de no regañarle por todo, de hacerle todo como si no supiese.
Debe aprender a equivocarse y a decidir.
- Priorizar tu bienestar
Hasta el momento la prioridad era tu pareja, pero debes comenzar a priorizar tu bienestar, tus necesidades y a trabajar sobre tu autonomía e independencia.
Trata de cuidarte física y emocionalmente.
- Trata de comenzar a conocerte
Después de tanto tiempo centrada en la otra persona, es momento de que comiences a conocerte.
A saber qué quieres, qué deseas, qué gustos tienes y qué te hace sentir bien.
- Dejar de ser la “salvadora”
No debes estar siempre solucionando sus problemas o pensando en él/ella constantemente.
Deja que sea libre y que tome sus decisiones. Que aprenda a madurar y a responsabilizarse.
- Cómo puede ayudarte un terapeuta
En muchas ocasiones, los motivos por los cuales adoptamos este rol tienen un trasfondo que no es complicado de lidiar y solucionar.
Un profesional de la psicología puede ayudarte a identificar, trabajar y mejorar estas conductas.
Conclusiones
Hemos normalizado el rol de madre en las relaciones de pareja hasta el punto de dejar de lado a nuestra persona para centrarnos única y exclusivamente en la otra persona.
Y cuando lo compartimos con amigas, vemos que muchas de ellas siguen los mismos patrones y lo normalizamos.
Como bien se ha mencionado:
Hay un carácter social y cultural bastante arraigado en este rol, pero también puede deberse a heridas emocionales no trabajadas.
Es por ello, que ya partimos de unas conductas poco saludables para la persona y para la pareja que deberían poderse trabajar para que la relación no empeore.
Pero, sobre todo, para que no dejéis de ser pareja y paséis a ser madre e hijo/a.